martes, 29 de diciembre de 2009

Sólo al tomar decisiones

Sólo al tomar decisiones te vuelves más y más consciente, sólo al tomar decisiones te vuelves más y más maduro y sólo al tomar decisiones te vuelves más astuto. De otra manera uno se vuelve insulso.

La gente va de un gurú a otro, de un maestro a otro, de un templo a otro — no porque sean grandes buscadores sino porque son incapaces de tomar decisiones. Así que van de uno a otro. Esta es su maneraa de evitar el compromiso.

Lo mismo ocurre con otras relaciones humanas: un hombre va de una mujer a otra, continúa cambiando. La gente piensa que es un gran amante; no es un amante en lo absoluto. Él está evitando, él está intentando evitar el involucrarse profundamente, porque cuando te involucras profundamente tienes que enfrentarte a problemas, y tienes que pasar por mucho dolor. Luego uno simplemente juega a lo seguro; uno se asegura de no involucrarse profundamente con nadie. Si te involucras muy profundamente, no serás capaz de volver con facilidad. Y si te involucras profundamente con alguien, este alguien también se involucrará profundamente contigo; siempre va en proporción. Si me involucro profundamente contigo, la única manera es permitirte que vayas igual de profundo conmigo. Es un toma y daca, es compartir. Entonces te puedes involucrar demasiado, y será difícil escapar y el dolor puede ser enorme. Así pues la gente aprende a jugar a lo seguro: encontrándose sólo en la superficie — historias de amor en toccata y fuga. Antes de que te atrapen, corres.

Esto es lo que está ocurriendo en el mundo moderno. La gente se ha vuelto tan infantil, tan aniñada; ha perdido toda su madurez.



Y la madurez aparece sólo cuando estás listo para enfrentarte al dolor de tu ser; la madurez viene sólo cuando estás dispuesto a afrontar el reto. Y no hay mayor reto que el amor.

Vivir en armonía con otra persona es el mayor reto del mundo. Es muy fácil vivir en paz cuando estás solo, es muy difícil vivir en paz con alguien más, porque es el encuentro y también el enfrentamiento de dos mundos... totalmente diferentes. ¿Por qué se atraen el uno al otro? Porque son totalmente diferentes, casi opuestos, polos opuestos.

Es muy difícil sentirse en paz en una relación, pero ese es el reto. Si escapas de él, escapas de la madurez. Si te sumerges en él con todo el dolor, y continúas sumergiéndote, entonces poco a poco el dolor se convierte en una bendición, la maldición se convierte en una bendición.


Poco a poco, a través del conflicto, de la fricción, llega la cristalización. El conflicto te vuelve más alerta, más consciente.

El otro se convierte en un espejo para ti. Puedes ver tu fealdad en el otro. El otro provoca tu inconsciencia, la trae a la superficie.


Tendrás que conocer todas las partes escondidas en tu interior y la forma más fácil es viéndolas a través de un espejo, reflejadas, en una relación.

La forma más fácil, la llamo yo, pues de hecho no hay otra forma — pero es dura. Es dura, difícil, porque tendrás que transformarte con ella.

Cuando llegas a un Maestro se presenta ante ti un reto aún mayor: tienes que decidir, y la decisión es acerca de lo desconocido, y ha de ser total y absoluta, irreversible. No es un juego de niños; es un punto sin retorno. Despertará un gran conflicto en tu interior. Pero no sigas cambiando de Maestro continuamente porque esta es la manera en la que evitas mirar en tu interior. Y permanecerás suave, infantil. La madurez no se producirá en tu interior.

Sólo lo desconocido puede llamarte porque es algo que no has vivido todavía; no te has adentrado en ese territorio. ¡Avanza! Algo nuevo puede ocurrir ahí.


Decide siempre a favor de lo desconocido, cualquiera que sea el riesgo, y crecerás continuamente.

Pero si continúas decidiendo a favor de lo conocido, te mueves en círculo con el pasado una y otra vez. Continúas repitiendo lo mismo, como si fueras un disco en un gramófono.

Y decide. Cuanto antes lo hagas, mejor. El posponer es simplemente estúpido. Mañana también tendrás que decidir, así que ¿por qué no hoy? ¿Acaso crees que mañana serás más sabio que hoy? ¿Crees que mañana estarás más vivo que hoy? ¿Crees que mañana será más joven que hoy, más fresco que hoy?

Mañana serás más viejo, tendrás menos valor; mañana tendrás más experiencia, serás más astuto; mañana la muerte estará más cerca; empezarás a temblar y sentirás más miedo. Nunca pospongas para mañana. ¿Y quién sabe? El día de mañana puede llegar o no. Si tienes que decidir, debes hacerlo ahora.

El ego no se siente bien, a gusto, con montículos; quiere montañas. Incluso si es una desdicha, no debería ser un montículo, debería ser un Everest. Aunque es desdichado, el ego no desea ser ordinariamente desdichado; desea ser ¡extraordinariamente desdichado!

La gente sigue y sigue creando grandes problemas de la nada. ¡He hablado con miles de personas sobre sus problemas y aún no he dado con un verdadero problema! Todos los problemas son falsos... los creas porque sin problemas te sientes vacío. No hay nada que hacer, nada contra qué luchar, ningún lugar a dónde ir. La gente va de un gurú a otro, de un maestro a otro, de un psicoanalista a otro, de un grupo de encuentro a otro, porque si no van, se sienten vacíos, y de pronto sienten que la vida no tiene significado. Creas problemas de modo que puedas sentir que la vida es un gran trabajo, un crecimiento, y tienes que luchar duro.

El ego sólo puede existir cuando lucha, recuerda... cuando lucha. Y si te digo, "Mata tres moscas y te iluminarás", no me creerías. Dirás, "¿Tres moscas? Eso no parece ser mucho. ¿Y me iluminaré? Eso no parece ser probable". Si te digo que tendrás que matar setecientos leones, por supuesto ¡eso sí tendrá más sentido! Cuanto mayor es el problema, mayor es el desafío... y con el desafío el ego aparece, vuela alto. Tú creas los problemas. Los problemas no existen.

Los sacerdotes y los psicoanalistas y los gurúes, son felices porque su negocio entero existe gracias a ti. Si no creas montículos de la nada y no conviertes tus montículos en montañas, ¿qué sentido tiene que los gurúes te estén ayudando? Primero tienes que estar en forma para ser ayudado.

Los verdaderos maestros han estado diciendo algo más. Han estado diciendo, "Por favor mira lo que estás haciendo, qué disparate estás haciendo. Primero creas un problema, luego vas en busca de una solución. Sólo mira por qué estás creando el problema, justo exactamente al comienzo, cuando estás creando el problema, está la solución ¡no lo crees!" Pero eso no te atraerá porque entonces de repente eres arrojado de vuelta a ti mismo. ¿Nada que hacer? ¿Ninguna iluminación? ¿Ningún satori? ¿Ningún samadhi? Y estás profundamente inquieto, vacío, intentando atiborrarte con lo que sea.

Tú no tienes ningún problema; solamente esto tiene que ser entendido. En este mismo momento puedes soltar todos los problemas porque son tus creaciones. Dale otra mirada a tus problemas: entre más profundo mires, más pequeños parecerán. Continúa mirándolos y poco a poco empezarán a desaparecer. Continúa mirando fijamente y de pronto encontrarás que hay vacío... un hermoso vacío te rodea. Nada que hacer, nada que ser, porque ya eres eso.

La iluminación no es algo para ser alcanzado, es sólo para ser vivida. Cuando digo que alcancé la iluminación, simplemente me refiero a que decidí vivirla. ¡Ya es suficiente! Y desde entonces la he vivido. Es una decisión el que ahora no estás interesado en crear problemas, eso es todo. Es una decisión el que ahora has acabado con todo este absurdo de crear problemas y de encontrar soluciones.

Todo este absurdo es un juego que estás jugando contigo mismo: tú mismo te estás ocultando y tú mismo te estás buscando, eres ambas partes. ¡Y lo sabes! Por eso es que cuando lo digo, sonríes, te ríes. No estoy hablando de algo ridículo; tú lo entiendes. Te estás riendo de tí mismo. Sólo obsérvate al reír, sólo mira tu propia sonrisa; ¡tú la entiendes! Tiene que ser así porque es tu propio juego: estás escondiéndote y esperándote para poder buscarte y encontrarte.

Puedes encontrarte ahora mismo porque eres túel que se está escondiendo. Por eso es que los maestros Zen continúan golpeando. Siempre que alguien llega y dice, "Me gustaría ser un buda," el maestro se enoja mucho. Porque está preguntando algo absurdo, él es un buda. Si Buda viene a mí y pregunta cómo ser un buda, ¿qué se supone que yo haga? Golpearé su cabeza. ¿"A quién crees que estás engañando? ¡Eres un buda!".

No te crees un problema innecesario. Y la comprensión amanecerá en ti si observas cómo haces un problema más y más y más grande, cómo lo haces girar, y cómo ayudas a que la rueda se desplace más rápido, más rápido y más rápido. Entonces de pronto estás en la cima de tu desdicha y estás necesitando la compasión de todo el mundo.

El ego necesita algunos problemas. Si entiendes esto, en el entendimiento mismo las montañas se convierten en montículos otra vez, y entonces también los montículos desaparecen. De pronto hay vacío, vacío puro en todas partes. De esto se trata la iluminación: una profunda comprensión de que no hay problema. Entonces, sin ningún problema para solucionar, ¿qué harás? Inmediatamente empiezas a vivir. Comerás, dormirás, amarás, tendrás una charla, cantarás, bailarás. ¿Qué más hay que hacer? ¡Te has convertido en un dios, has empezado a vivir!

Si la gente puede bailar un poco más, cantar un poco más, estar un poco más loca, su energía fluirá más, y sus problemas poco a poco desaparecerán. De ahí que insisto tanto en la danza. Baila hasta el orgasmo; deja que toda la energía se convierta en danza, y de pronto verás que no tiene cabeza alguna. La energía atorada en la cabeza se está moviendo por todas partes, creando hermosos patrones, imágenes, movimiento. Y cuando bailas llega un momento en que tu cuerpo deja de ser algo rígido, se vuelve flexible, fluyendo. Cuando bailas viene un momento en que el límite ya no está tan claro; te derrites y te fundes con el cosmos, los límites se están mezclando. Entonces no creas ningún problema.

Vive, baila, come, duerme, haz las cosas tan totalmente como sea posible. Y recuerda una y otra vez: siempre que te veas creando cualquier problema, escúrrete de él, inmediatamente.

Pensar «soy la mente», es inconsciencia. Debes saber que la mente sólo es un mecanismo, como lo es el cuerpo; debes saber que la mente está separada. Viene la noche y después viene la mañana; y tú no te identificas con la noche. No dices: «Soy la noche»; y tampoco dices: «Soy la mañana». Viene el día y después vuelve la noche; la rueda continúa girando, pero tú te das cuenta de que no eres estas cosas. Lo mismo ocurre con la mente. Aparece la ira pero tú te olvidas : te conviertes en ira. Viene la avaricia y te olvidas: te conviertes en avaricia. Se presenta el odio y te olvidas: te conviertes en odio. Eso es inconsciencia. Conciencia es darse cuenta de que la mente está llena de avaricia, llena de ira, llena de odio o llena de lujuria, pero tú sólo eres un observador. Entonces puedes ver cómo surge la avaricia y se convierte en una gran nube oscura que después se dispersa; y tú no has sido tocado. ¿Cuánto tiempo pueden quedarse? Tu ira es momentánea, tu avaricia es momentánea, tu lujuria es momentánea. Simplemente observa y te quedarás sorprendido: vienen y se van. Y tú permaneces allí, intocado, fresco, tranquilo.

La cosa más básica a recordar es que cuando te sientas bien, en un estado de éxtasis, no debes pensar que va a ser un estado permanente. Vive el momento tan alegremente, tan animadamente como puedas, sabiendo muy bien que ha venido y se irá, como la brisa que entra en tu casa, con toda su fragancia y frescor, y sale por la otra puerta. Esto es lo más fundamental. Si piensas que puedes hacer que tus momentos de éxtasis sean permanentes, ya has empezado a destruirlos.

Cuando vengan, agradéselos; cuando se vayan, siéntete agradecido a la existencia. Permanece abierto. Ocurrirá muchas veces; no enjuicies, no seas un elector. Permanece libre de elecciones. Sí, habrá momentos en los que te sentirás desgraciado. ¿Y qué? Hay personas que se sienten desgraciadas y no han conocido ni un momento de éxtasis; tú eres afortunado. Incluso en medio de tu desgracia, recuerda que no va a ser permanente; también pasará, por eso no dejes que te altere demasiado. Permanece sereno.

Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza; acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza, son la naturaleza misma de las cosas. Y simplemente eres un observador: no te conviertes ni en la felicidad ni en la desgracia. La felicidad viene y se va, la desgracia viene y se va. Pero hay algo que siempre está allí —siempre y en todo momento — y ése es el observador, el testigo.

Poco a poco ve centrándote más en el observador. Vendrán días y vendrán noches…vendrán éxitos y fracasos… vendrán vidas y vendrán muertes. Pero si permaneces centrado en el observador — porque es la única realidad en ti— todo es un fenómeno pasajero.

Sólo por un momento trata de sentir lo que te digo: simplemente sé un testigo. No te aferres a ningún momento porque es hermoso ni alejes de ti ningún momento porque es desgraciado. Deja de hacer eso. Lo has estado haciendo durante vidas enteras. Nunca has tenido éxito hasta ahora y nunca lo tendrás, jamás. El único modo de ir más allá, de permanecer más allá, es encontrar el lugar desde el que puedes observar todos estos fenómenos cambiantes sin identificarte.

Te contaré una antigua historia sufí.

Un rey dijo a los sabios de la corte: —Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total. Tiene que ser muy pequeño de manera que quepa escondido debajo del diamante del anillo.

Todos ellos eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados. Pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudiera ayudar en momentos de desesperación total era difícil. Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que era casi como su padre; también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por él. El anciano dijo: —No soy un sabio, ni un erudito, menos un académico; pero conozco el mensaje, porque sólo hay un mensaje. Y esa gente no te lo puede dar; sólo puede dártelo un místico, un hombre que haya alcanzado la realización. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente y en una ocasión me encontré con un místico.

Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento por mis servicios, me dio este mensaje —y lo escribió en un papel, lo dobló y se lo dió al rey—. No lo leas, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.

Y ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos le perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Y llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: del otro lado había un precipicio y un profundo valle. Caer por él sería el fin. No podía volver, el enemigo le cerraba el camino y ya podía oír el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante, y no había ningún otro camino…

De repente se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso. Simplemente decía: «Esto también pasará».

Mientras leía «esto también pasará» sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Y aquello pasó. Todas las cosas pasan; nada permanece en este mundo. Los enemigos que le perseguían se deben haber perdido en el bosque, deben haberse equivocado de camino; poco a poco dejó de oír el trote de los caballos.

El rey se sentía tremendamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, lo volvió a poner en el anillo, reunió a su ejército y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes,… y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.

El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: —Este momento también es adecuado: vuelve a mirar al mensaje.

—¿Qué quieres decir? —Preguntó el rey—. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

—Escucha —dijo el anciano—, esto es lo que me dijo el santo: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso; no sólo para cuando eres el último, también para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: «Esto también pasará», y de repente la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que se regocijaba, que celebraba, que bailaba… pero el orgullo, el ego había desaparecido. Todo pasa.

Pidió al anciano sirviente que viniera a su carro y se sentara junto a él. Le preguntó: -¿Hay algo más? Todo pasa… Tu mensaje me ha sido de gran ayuda.

—La tercera cosa que dijo el santo es: «Recuerda que todo pasa. Sólo quedas tú; tú permaneces por siempre como testigo».

Todo pasa, pero tú permaneces. Tú eres la realidad; todo lo demás sólo es un sueño. Hay sueños muy hermosos, hay pesadillas… pero no importa que se trate de un sueño precioso o de una pesadilla; lo importante es la persona que está viendo el sueño. Ese que ve es la única realidad.

Ciertamente, cambia tu química, cambia tus ondas cerebrales, cambia tu inteligencia; te vuelves más inteligente. Las partes de tu mente que habían estado durmiendo, de repente se despiertan. La risa llega hasta lo más profundo de tu cerebro, de tu corazón. Un hombre de risa no puede sufrir un ataque al corazón. No es posible que un hombre de risa se suicide. Un hombre de risa llega automáticamente a conocer el mundo del silencio, porque cuando la risa cesa, súbitamente hay silencio. Y cada vez que la risa se hace más profunda es seguida de un silencio más profundo.


Ciertamente te aclara –de las tradiciones, de la basura del pasado—.


Te da una nueva visión de la vida. Te vuelve más vivo y radiante, más creativo.


Ahora, hasta la ciencia médica dice que la risa es una de las medicinas más penetrantes con que la naturaleza ha provisto al hombre. Si puedes reír cuando estás enfermo recuperarás antes la salud. Aun cuando estés sano, si no puedes reír, antes o después perderás tu salud y te pondrás enfermo. La risa saca una porción de tus energías desde tu fuente interior hasta la superficie. La energía comienza a fluir, sigue a la risa como una sombra. ¿Lo has observado?: cuando te ríes de verdad, durante esos pocos momentos estás en un profundo estado meditativo. El pensamiento se detiene. Es imposible reír y pensar a la vez. Son cosas diametralmente opuestas: o puedes reír o puedes pensar…


En unos pocos monasterios zen todo monje ha de iniciar la mañana riendo y ha de concluir la noche riendo: ¡lo primero y lo último!. Inténtalo. Es muy hermoso…


Será difícil; si eres un marido o una esposa te será difícil ponerte a reír de repente por la mañana temprano. Pero inténtalo, es muy provechoso. Es uno de los más hermosos talantes con que puede uno despertarse, con que puede uno levantarse de la cama. ¡Sin nin¬guna razón!, porque no hay razón ninguna. Simplemente estás ahí otra vez, todavía vivo; es un milagro. Parece ridículo: ¿por qué estás vivo? Y el mundo está nuevamente ahí. Tu esposa todavía está roncando, y es la misma habitación y la misma casa. En este mundo continuamente cambiante… al menos por una noche nada ha cambiado. Todo está ahí: puedes oír al lechero, y el tráfico ya circula, y los mismos ruidos… ¡Vale la pena reírse!…


Contempla la ridiculez de toda la situación… y ríete a gusto. No abras los ojos. Tan pronto sientas que el sueño se ha ido, primero comienza a reír, después abre los ojos; y eso establecerá una ten¬dencia para todo el día. Si puedes reírte por la mañana temprano te reirás durante todo el día. Has creado un efecto concatenado: una cosa conduce a la otra, la risa provoca más risa. Y casi siempre he visto a la gente hacer justamente lo contrario. Desde bien temprano por la mañana se levantan de la cama quejándose, pesimistas, tristes, deprimidos, miserables. Entonces una cosa conduce a la otra –y por nada–, y se enfadan. Es algo muy malo porque cambia tu talante durante el resto del día, establece una pauta para todo el día…


El monje zen se va a dormir por la noche nuevamente con risas. El día ha concluido, nuevamente se cierra el teatro. Con su risa dice: «Adiós; y si nuevamente sobrevivo, nuevamente te saludaré con risas mañana por la mañana». ¡Inténtalo! Comienza y concluye tu jornada con risas y ya verás: poco a poco, entremedias de estas dos risas comenzará a haber más y más risa. Y cuanto más te conviertas en risa, más religioso serás”.


Osho, De la medicación a la meditación


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Osho nos habla de la espiritualidad:


1.- ..De eso es de lo que trata la espiritualidad. Del vivir la muerte intensamente, del vivir la vida con intensidad,del vivir ambos tan apasionadamente que nada quede atrás sin ser vivido, ni incluso la muerte.

2.-La risa es la esencia misma de la religión. La seriedad nunca es religiosa, no puede ser religiosa. La seriedad es del ego, parte de la enfermedad misma. La risa es la ausencia de ego.


Sí, hay una diferencia cuando tú ríes y cuando ríe un hombre religioso. La diferencia es que tú siempre te ríes de otros y el hombre religioso se ríe de sí mismo, o de toda la ridiculez humana.


La religión no puede ser sino una celebración de la vida; y la persona seria se transforma en un inválido: crea barreras. No puede bailar, no puede cantar, no puede celebrar. La dimensión misma de la celebración desaparece de su vida. Se vuelve como el desierto y si eres un desierto puedes seguir pensando y pretendiendo que eres religioso, pero no lo eres.


Puedes ser un sectario, pero no religioso. Puedes ser un cristiano, un hindú, un budista, un jaino, un musulmán, pero no puedes ser religioso. Crees en algo, pero no sabes nada. Crees en teorías. Un hombre demasiado cargado de teorías se vuelve serio. Un hombre que no tiene cargas, que no agobie su ser con teorías, comienza a reírse.


3.-La risa relaja. Y la relajación es espiritual. la risa te devuelve a la tierra, de hacer descender de tus estúpidas ideas sobre el ser-más-santo-que-tú. La risa de lleva a la realidad tal y como es. El mundo es un juego de Dios, una broma cósmica. Y a menos que la comprendas como una broma cósmica nunca serás capaz de comprender el misterio supremo.

Estoy a favor de todas las bromas, estoy a favor de la risa.


Estamos tan apegados a nuestro sufrimiento que reímos, generalmente, sólo como una liberación de la tensión. Pocas veces, muy pocas veces, se ríe sin causa.

No somos capaces de reír, no somos capaces de ser felices; incluso en nuestra risa hay dolor.


Pero la risa es hermosa, es una profunda limpieza, una profunda purificación.


Osho ha ideado una técnica “de la risa”. Practícala cada mañana al levantarte y, dice él, cambiará toda la naturaleza de ese día.


MEDITACION DE LA RISA


Si te levantas riendo, pronto empezarás a sentir lo absurdo de la vida. No hay nada serio, incluso puedes reírte de tus desgracias, de tus sufrimientos, de ti mismo.

Cuándo te levantas por la mañana, antes de abrir tus ojos, estírate como un gato.


Estira cada parte de tu cuerpo. Disfruta con el estiramiento, disfruta al sentir tu cuerpo despertándose, volviendo a la vida.

Después de tres o cuatro minutos de estiramientos, con tus ojos aún cerrados, ríe.


Durante cinco minutos simplemente ríe.


Al principio serás tú el que lo hagas, pero pronto, cuando intentes reír aparecerá una risa genuina.


Piérdete en la risa.


Esta técnica puede llevarte algunos días, antes de que seas capaz de realizarla. No estamos acostumbrados a reír, hemos olvidado cómo hacerlo.


Pero pronto será espontánea. Y entonces, cada mañana, ¡Disfruta

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