miércoles, 2 de febrero de 2011

PACIENCIA & VIDA

PACIENCIA

En el útero de la madre el óvulo femenino simplemente espera. No va a ninguna parte. El esperma masculino viaja y lo hace a gran velocidad. El esperma tiene que recorrer una distancia realmente tremenda hasta llegar al óvulo de la mujer; comienza la gran competición. Los hombres son competitivos desde el propio comienzo, incluso antes de nacer. Mientras hace el amor con una mujer, el hombre libera millones de espermatozoides y todos se precipitan hacia el óvulo. Es necesaria una gran velocidad porque solo uno podrá alcanzar el óvulo, no todos. Solo uno será el ganador del premio Nobel. ¡Las auténticas olimpiadas empiezan allí! Y es un asunto de vida o muerte –millones de espermatozoides luchando, precipitándose-, uno lo conseguirá. En ocasiones sucede que dos legan al mismo tiempo, entonces nacen gemelos. Porque cuando un espermatozoide se introduce, la puerta se cierra. A veces dos o tres espermatozoides llegan exactamente al mismo tiempo; la puerta estaba abierta, así pues los tres entran. Entonces nacen tres, dos, cuaro o incluso seis niños. Pero esto rara vez sucede. Generalmente uno llega una fracción de segundo antes que los demás. La puerta está abierta; una vez que un huésped ha entrado, se cierra. Pero el óvulo femenino simplemente espera allí…, con gran confianza.

Por eso las mujeres no pueden ser competitivas: no pueden luchar, no pueden combatir. Y si en algún lugar encuentras una mujer que combate y pelea, que es competitiva, entonces es que carece de algo de su condición de mujer. Puede que físicamente sea una mujer, pero psicológicamente es un hombre.

Por lo tanto, recuerda, la pasividad no es pereza. La pasividad tiene su propio tipo de actividad. No es tensa, es relajada.



Dos tortugas iban muy sedientas arrastrándose por el desierto. Al cabo de un tiempo descubrieron una botella grande de Coca-Cola (debían de ser norteamericanas). Saltaron de alegría, pero enseguida se dieron cuenta de que no tenían un abridor. Lo intentaron con todas sus fuerzas, pero no había manera de abrir la botella, así que decidieron que una volvería al pueblo y la otra vigilaría la botella. Pasó mucho tiempo –cinco horas, diez horas, un día, dos días, cinco días, siete días. Entonces la tortuga que vigilaba volvió a intentar abrir la botella. Inmediatamente la otra tortuga salió corriendo de entre las dunas cercanas gritando: “Si empiezas así, nunca me iré”.



Las mujeres pueden esperar, y pueden hacerlo infinitamente, su paciencia es infinita. Tiene que ser así, porque tienen que portar al bebé durante nueve meses. Cada día se hace más, más y más pesado, más y más difícil. Tienes que ser paciente y esperar, no se puede hacer nada al respecto. Tienes que amar incluso a tu carga, esperar y soñar que el niño nacerá. Y fíjate en una madre, una mujer que pronto vaya a ser madre: se vuelve más hermosa porque cuando espera florece. Alcanza un tipo de gracia distinto, cuando va a ser madre está rodeada por un aura, porque ahora está en su punto álgido –la función básica que la naturaleza ha inventado para ser realizada por su cuerpo. Ahora está floreciendo, pronto retoñará.


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Del libro:
CONSCIENCIA FEMENINA, EXPERIENCIA FEMENINA (By Osho)

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