miércoles, 26 de agosto de 2009

¿Qué es la religión?

¿Qué es la religión? ¿Cuál es tu opinión sobre las religiones organizadas?

La religión es la más alta aspiración de la consciencia humana: es la búsqueda individual de la verdad.
La verdad interna no puede ser un objetivo del conocimiento común. Cada uno ha de entrar en sí mismo; cada vez es un nuevo descubrimiento. No importa cuánta gente alcance su realización, su despertamiento, en cuanto se alcanza éste es absolutamente nuevo, porque no puede tomarse prestado.
La búsqueda básicamente consiste en llegar a conocer tu interioridad. Tienes una parte externa, y ninguna parte externa existe sin una interna. La propia existencia de lo externo es prueba de la existencia del mundo interior.
El mundo interior consiste de tres capas: los pensamientos es la más superficial, sentimientos es más profunda y luego el ser, que es tu divinidad. Conocer la propia divinidad—la propia eternidad—es la búsqueda básica de la religión.
Todos los sentidos te llevan hacia el exterior: los ojos se abren para mirar lo externo, los oídos oyen lo que sucede en el exterior, tus manos tocan lo que está afuera. Los sentidos son las puertas para salir. Y recuerda siempre: la puerta que te sirve para salir, también te sirve para entrar, la misma puerta por la que sales de tu casa, es por la que entres de regreso. Sólo cambia la dirección: para salir necesitas los ojos abiertos, para entrar necesitas los ojos cerrados; todos tus sentidos en silencio.
El primer encuentro es con la mente, pero esa no es tu realidad. Aunque esté en tu cerebro, no eres tú; es el reflejo del exterior.
Todos tus pensamientos son un reflejo del exterior.
Por ejemplo, un ciego no puede pensar en los colores porque no los ha visto; por lo tanto ese reflejo no es posible. El ciego ni siquiera sabe si hay luz u oscuridad, ambos términos carecen de sentido y si analizaras tus pensamientos encontrarías que todos han sido provocados dentro de ti por la realidad externa, de manera que son básicamente externos, reflejándose en el lago interior de tu consciencia.
Pero debido a estos pensamientos —que son una multitud inmensa y se siguen acumulando en ti— se crea una muralla china. Tienes que ir más allá de tus pensamientos. Y la religión conoce un solo método —con diferentes nombres, pero un solo método, que es la observación, que es el ser un testigo. Simplemente observa tus pensamientos, sin juzgarlos, sin condenarlos, sin apreciarlos; con extremo desprendimiento. Sólo miras tus pensamientos pasando por la pantalla de tu mente.
Y en cuanto tu testigo se fortalece, tus pensamientos disminuyen en la misma proporción. Si el observador toma el diez por ciento de tu energía, entonces el noventa por ciento se desperdicia en los pensamientos. Si tu observador se vuelve el noventa por ciento, entonces sólo el diez por ciento se invierte en pensamientos. En el momento en que tú eres cien por ciento un observador, la mente queda vacía.
Todo este proceso es lo que se conoce como meditación. Al atravesar los pensamientos llegas a la segunda capa, que es la de los sentimientos—tu corazón—que es más sutil. Pero ahora tu observador es ya capaz de observar tus estados de ánimo, tus sentimientos, tus sensaciones; así sean de lo más sutil. Y el mismo método funciona como con los pensamientos: pronto no habrá sentimientos, sensaciones, estados de ánimo... Has ido más allá de la mente y el corazón. Ahora queda un silencio profundo: nada se mueve. Este es tu ser. Esto eres tú.
El sabor de tu ser es la verdad.
La belleza de tu ser es la belleza de la existencia.
El silencio de tu ser es el lenguaje que la existencia entiende.
Y recogido en tu ser, has llegado a casa, tu peregrinaje se ha terminado; tu lucha ha cesado. Cómodamente te sientas en silencio dentro de tu ser.
Un gran esplendor oculto se te revela porque no estás separado de la realidad: eres uno con ella.
Los árboles, la luna, las estrellas y las montañas, todo es parte de una unidad orgánica. Tú eres también parte de esa unidad orgánica: eres parte de Dios.
La religión es el supremo logro del hombre.
Más allá de la religión no hay nada, pero tampoco hay necesidad. Tu ser es tan abundante, tan rebosante de felicidad, silencio, paz, comprensión, éxtasis, que por primera vez la vida se vuelve realmente un canto, una danza, una celebración. Pero la religión organizada es algo totalmente distinto, así que siento que debo aclararte que la religión auténtica es siempre individual. Al momento en que la verdad se organiza, muere; se vuelve una doctrina, una teología, una filosofía; pero deja de ser una experiencia. La multitud no puede tener experiencias, las experiencias suceden sólo a los individuos por separado.
Es casi como el amor. No se pueden tener organizaciones de amor, para así no tener que preocuparse, la organización se encargará de todo; el sacerdote amará en tu lugar. Y eso es lo que le ha sucedido a la religión. Cada vez que un hombre descubre la verdad, inmediatamente una parte de la Humanidad—la más astuta: los sacerdotes—la rodea. Empiezan a recopilar sus palabras; empiezan a interpretarla y empiezan a proclamar que si hay gente quiere saber la verdad, tiene que ser por su conducto; ellos son los intermediarios de Dios. Pueden llamarse a sí mismos profetas; pueden llamarse mensajeros; pueden escoger cualquier nombre; pero la realidad es que se han colocado a sí mismos como agentes de Dios. No conocen a Dios, pero en nombre de Dios explotan a la Humanidad.
La religión organizada es otra forma de la política. Así como he condenado a la política como la más baja de las actividades humanas, lo mismo hago con las religiones organizadas. Tú puedes verlo: los sacerdotes y los políticos han estado siempre en conspiración contra la Humanidad. Se han apoyado unos a los otros. Han dividido las cosas entre ellos para que lo mundano sea de los políticos—ahí gobiernan ellos—y tu vida interior pertenece al sacerdote, él es quien rige allí.
Uno a veces se asombra, parece increíble que en pleno siglo veinte el Papa pueda declarar—como lo hizo hace unos meses—que el comunicarse directamente con Dios es un pecado. Debes hacerlo por el conducto adecuado: el sacerdote, pues si la gente comenzara a dirigirse directamente a Dios—confesarse a Dios, rezarle a Dios—millones de sacerdotes quedarán desempleados. Ellos no hacen nada, su función es engañarte, puesto que tú no conoces el lenguaje de Dios ni eres tan evolucionado, por sólo una donación a su iglesia o templo, ellos hacen el trabajo por ti.
Todas esas donaciones van a la bolsa de los sacerdotes. No saben nada de Dios, pero son muy conocedores, pueden repetir las escrituras como loros. Pero su íntimo deseo no es de Dios ni de la verdad. No son buscadores, son explotadores.
Supe que un cura compró dos loros a los que enseñó, con mucho trabajo, hermosos pasajes relativos a Jesucristo. Y todos estaban asombrados, pues hablaban con tanta precisión. Les hizo unos pequeños rosarios para que estuviesen constantemente rezando y también les compró unas pequeñas Biblias... Así que tenían siempre sus Biblias abiertas mientras repasaban las cuentas, aunque no podían leer, pero ya sabían todo de memoria. El cura abría la página decía: “Página doce”. Y ellos empezaban a leer. No que leyeran, repetían de memoria.
El cura estaba muy satisfecho y pensó que sería bueno tener otro loro para enseñarle a decir sermones completos en vez de recitar la Biblia y pasar las cuentas. Encontró un loro cuyo dueño le aseguró: “Su deseo será satisfecho; este loro es el más inteligente que yo he visto”.
Pero no se dio cuenta que era un loro hembra, en cuanto fue puesto en la jaula con los otros dos loros que estaban repasando sus cuentas y leyendo la Biblia, ambos miraron a la hembra y uno de ellos dijo: “¡Jorge, suelta el rosario, nuestras plegarias han sido escuchadas!”
Tus sacerdotes no son más que loros y sus plegarias son para tener poder, prestigio, dinero. Son políticos disfrazados; hacen política en el nombre de Dios, la política de los números. Hay ahora setecientos millones de católicos. Naturalmente el Papa es el hombre religioso más poderoso del mundo.
Cada religión ha estado incrementando su población por diferentes métodos. A los mahometanos se les permite tener cuatro esposas para así producir cuatro niños al año. Han tenido buen éxito, son la segunda gran religión después del cristianismo.
La religión organizada es sólo una palabra sin contenido, sin significado; en ella se esconde la política de los números. Y lo sabes perfectamente, cuando las elecciones se acercan, tus políticos van a ver al shankaracharya. Por cinco años nadie va a visitarlo, pero cuando las elecciones vienen, entonces el primer ministro visita al shankaracharya, va en peregrinación hacia los templos arriba y debajo de las montañas Himalayas. ¿Para qué? Repentinamente una gran devoción religiosa surge, la cual declina en cuanto las elecciones terminan.
Esta gente necesita de los votos, tienen que mostrar respeto a los dirigentes de las religiones. Y un shankaracharya se siente halagado cuando un primer ministro le toca los pies y los hindúes, los seguidores del shankaracharya, piensan que su primer ministro es muy religioso.
Cuando el Papa viene a la India, incluso el presidente y el primer ministro con todo su gabinete se forman en fila para recibirle en el aeropuerto. ¿Para qué? La tercera gran religión en la India es ahora el cristianismo y mostrar respeto por el Papa significa que todos los votos de los cristianos van a ser para él.
Religiones organizadas—ya sea el cristianismo o el hinduismo o el islamismo—no son de buscadores de la verdad. En dos mil años, ¿qué verdad ha organizado el cristianismo además de lo ya dicho por Jesús? ¿Así que cuál es la necesidad de esta organización? Esta no ha incrementado la religiosidad en el mundo, simplemente ha repetido lo que dijo Jesús, lo que está a disposición de todos en los libros. En veinticinco siglos, ¿cuántos budistas han ido en busca de la verdad o la han hallado? Son sólo una larga fila de loros repitiendo lo que Gautama Buda encontró.
Y debes recordar que Buda no fue parte de ninguna religión organizada. Ni tampoco lo fue Mahavira, ni Jesús fue parte de ninguna religión organizada; ellos eran buscadores individuales: ése es el privilegio y la dignidad del individuo.
Las religiones organizadas han hecho guerras, tal como los políticos lo hacen. Los nombres pueden cambiar: los políticos luchan por el socialismo, el comunismo, el fascismo, el nazismo... y las religiones organizadas han estado luchando por Dios, por el amor, por su propio concepto de lo que es la verdad. Y millones de personas se han matado en encuentros entre cristianos y mahometanos, entre cristianos y judíos, entre mahometanos e hindúes, entre hindúes y budistas. La religión no tiene nada que ver con la guerra, es la búsqueda de la paz. Pero las religiones organizadas no están interesadas en la paz, están interesadas en volverse más y más poderosas y dominantes.
Condeno a los políticos y de la misma manera condeno a las religiones organizadas, pues éstas no son otra cosa que política. Así que cuando digo que los religiosos deben ser respetados, honrados y que los políticos deben acudir a ellos en demanda de consejo, no estaba hablando de las religiones organizadas: hablaba sólo de individuos religiosos. Y un individuo religioso no es ni hindú, ni cristiano, ni mahometano. ¿Cómo podría serlo? Dios mismo no es ni hindú ni mahometano ni cristiano y el hombre que conoce algo de lo divino se tiñe de los colores de su divinidad, se compenetra de la fragancia divina.
En el antiguo Oriente, esta gente religiosa fue la más elevada floración, incluso reyes y emperadores acudían a ellos para postrarse a sus pies y recibir su bendición; para pedir consejo sobre los problemas difíciles de resolver.
Si queremos que el mundo siga viviendo, tenemos que retornar a nuestros antiguos días de infancia, cuando la persona religiosa no tenía intereses privados. Por eso sus ojos estaban limpios, su corazón era puro amor, su ser era en sí una bendición. Quienquiera que llegaba a él, era sanado; sus problemas, resueltos; su visión de los viejos problemas, adquiría una nueva claridad.
Las religiones organizadas deben desaparecer del mundo; deben dejar caer la máscara de religiosidad. Son simplemente políticos, lobos con piel de oveja; deben descubrirse en sus verdaderos colores; son políticos, no hay nada malo en ello. Siempre han sido políticos, pero han estado jugando en el nombre de la religión.
Las religiones organizadas no tienen futuro alguno.
Deben abandonar su disfraz y salir al frente como políticos y ser parte del mundo político, para que así nos dejen encontrar al individuo auténticamente religioso, que es muy raro de encontrar. Pero unos cuantos individuos auténticamente religiosos bastan para conducir al mundo entero hacia la luz, hacia la vida inmortal, hacia la verdad última.

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